Un CMS
aporta herramientas para que los creadores sin conocimientos técnicos en
páginas web puedan concentrarse en el contenido. Lo más habitual es
proporcionar un editor de texto WYSIWYG, en el que el usuario ve el resultado
final mientras escribe, al estilo de los editores comerciales, pero con un
rango de formatos de texto limitado. Esta limitación tiene sentido, ya que el
objetivo es que el creador pueda poner énfasis en algunos puntos, pero sin
modificar mucho el estilo general del sitio web.
Hay otras herramientas como la edición de los documentos en XML,
utilización de aplicaciones ofimáticas con las que se integra el CMS,
importación de documentos existentes y editores que permiten añadir marcas,
habitualmente HTML, para indicar el formato y estructura de un documento.
Un CMS puede incorporar una o varias de estas herramientas, pero
siempre tendría que proporcionar un editor WYSIWYG por su facilidad de uso y la
comodidad de acceso desde cualquier ordenador con un navegador y acceso a
Internet.
Para la creación del sitio propiamente dicho, los CMS aportan
herramientas para definir la estructura, el formato de las páginas, el aspecto
visual, uso de patrones, y un sistema modular que permite incluir funciones no
previstas originalmente.
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